La permanencia en balsas introduce a los tripulantes en una etapa de nuevas angustias y nuevos problemas... entradas de agua, remos rotos, desinflado de flotadores, fuertes golpes, vómitos, dolores... Pegados unos a otros para darse calor, nadie podía evadirse de los sufrimientos ajenos que se sumaban a los propios. 
El anunciado temporal se hizo realidad después de las 19 hs del domingo. Afortunadamente con el correr de las horas, esos pequeños refugios demostraron excelente resistencia. Los hombres no conocían una situación como la que estaban viviendo y consecuentemente no tenían experiencia, pero conocían las balsas por las clases teóricas y prácticas reales. Ellas significaron mucho para la sobrevivencia, en uno de los mares más tempestuosos del mundo. Por el inédito esfuerzo a que se sometieron en esta travesía, nadie podrá evaluarlas y apreciarlas mejor que ellos... 
El techo de plástico impermeable es sostenido por 3 armazones neumáticos. La porta de entrada que se observa es similar a la existente en el otro extremo. Y se cierran con un toldo y cremallera o soga. Una escala de lona ayuda al ascenso de los náufragos. Los flotadores estan divididos en celdas independientes para poder mantener la flotabilidad en caso de roturas parciales. Un cabo salvavidas rodea el flotador superior y sirve para tomarse del mismo antes de subir. 
En este compartimiento hermético de plástico es donde se transporta y conserva la balsa desinflada hasta su utilización. Se compone de dos mitades selladas por una junta de goma. El cable que se ve suelto va unido al cilindro de anhidrido carbónico que esta dentro del contenedor. Al tirarse la balsa al agua ese cabo actúa como disparador para que el gas la infle automáticamente y terminar de armarla totalmente estando a flote. 
Dentro de las bolsas que tenían las balsas había paquetes de emergencia con gran diversidad de elementos, para ser utilizados de acuerdo a las necesidades. La lista siguiente detalla los elementos básicos: 

 

ancla de capa 

equipo de pesca 

par de remos

botiquín de auxilios 

manual de usos varios 
interna estanca 

bengalas de señales

fósforos 

silbato

 

latas de agua potable 
brújula de mano 

lista de consejos útiles 
inflador 

navaja marinera 

cuchillo 

desalador químico 
parches de goma  

 

 

caramelos de glucosa 
tabletas vitamínicas 

alimentos envasados 
balde para agua 

bolsa para orinar

bolsos de plástico 

espejo de señales 

Evangelio 

 

 

 
Estas balsas salvavidas distan mucho de los botes salvavidas que llevaban antiguamente los buques de guerra como los mercantes. De todas maneras en las situaciones de naufragio, la características meteorológicas y climatológicas del lugar pueden ser determinantes de la sobrevivencia. No hay duda que en el caso del ARA General Belgrano nadie podría estar con vida si las embarcaciones de abandono hubieran sido como este bote descubierto. El intenso frio por un lado y el permanente vaivén entre las olas de 6 u 8 mts de altura hubieran diezmado al 100% de la dotación. 


 

Capacidad de las balsas:22. 


Las hubo sobrecargadas hasta con 32. Estas últimas mantuvieron temperatura interior cercana a 10ºC por irradiación de calor humano cuando afuera la sensación térmica era de -20 ºC. Desgraciadamente 2 balsas con 2 y 3 tripulantes significó el fallecimiento por congelamiento de sus ocupantes. A las 21 hs el temporal llegó a su máxima crudeza, con olas de 10 metros de alto. Torrentes de agua sobre los techos los aplastaban contra el piso y debieron usar las espaldas para dar más rigidez a la estructura. Esos golpes sirvieron para evitar el sopor de la muerte blanca. 
En la primera noche, nadie comió ni bebió agua. Se ratificó lo indicado en los manuales de supervivencia en cuanto que los náufragos no tienen deseos de comer o beber en las 15 horas posteriores a un abandono de buque. 
Para orinar usaron bolsas de plástico que se hubieran arrojado por la borda; pero decidieron usarlas como bolsas de agua caliente. ¡Algo que no estaba en los manuales de supervivencia! Al llegar la luz natural, se pudieron ver las caras y el reflejo de los ojos que delataban la dimensión del esfuerzo. Al avanzar la mañana se abrieron los paquetes de caramelos de glucosa y las latas de agua. El viento disminuyó y muchos habrán pensado que lo peor había pasado. 
A bordo de una balsa había un Cabo muy quemado. Pese a los cuidados falleció en la madrugada del día 3. El oficial preguntó si debían sepultarlo en esas aguas o dejarlo a bordo, con todo lo que ello significaba ante las perspectivas de no ser rescatados en las próximas horas. 
¡La respuesta unánime fue conservar ese cuerpo y así se hizo!
Por esa actitud de amor, aquel marino es uno de los veintitrés Héroes que tuvieron sepultura en el continente. 

¡El avistaje!
Eran las 13:15 hs del 3 de mayo, cuando el ruido de un avión conmocionó a los sobrevivientes. Después de asegurarse que no era hipnosis colectiva, se abrieron los toldos de las escotillas y como en el despertar de una pesadilla, vieron sobre ellos la silueta
de un avión naval Neptune.
Con las picadas sobre varios puntos del mar, el avión trataba de dar ánimo a los que allá abajo tanto esperaron este momento, comprendimos que había más balsas que la nuestra.
Sólo quedaba aguardar la llegada de las naves de rescate.
Fueron 80 minutos hasta que avistaron los mástiles de los buques. Las estrepitosas sirenas sonaron como nunca y resultaron un llamado a resistir.
Esos buques lograrían con un esfuerzo titánico y sostenido, recuperar de esas aguas posesivas una cantidad de sobrevivientes como nadie jamás imaginó.

¡El rescate!

Mientras aviones y buques se enfrentaban a la tempestad de esa noche, una mancha de petróleo se extendió en el mar como un mensaje que el crucero enviaba desde 3.000 m de profundidad, para orientar la búsqueda. 
Al encontrarlos, las naves se acercaron con gran pericia y en la forma de izarlos y atenderlos mostraron el profundo sentido humano que animaba a sus dotaciones. La falta de luz dificultó pero no impidió seguir con la operación. Las últimas balsas se rescataron el día 4. La atención brindada a los sobrevivientes fue mucho más allá de lo esperable. 

¡Desembarco en Ushuaia!
Los buques arribaron a Ushuaia a partir del 5 de mayo a la madrugada. Allí cada tripulante, desde comandante a conscripto debieron inexorablemente cumplir un severo proceso de individualización en el ámbito del Area Naval Austral, que se inició no bien bajaron por la planchada. 

Todos sin excepción transitaron por el muelle hasta los ómnibus que los trasladaron a la Base Aeronaval de Ushuaia. Al llegar circularon por un andarivel hasta las mesas de control, donde se identificó a cada uno. Esos listados se usaron en una 2da. verificación, para acceder a los aviones que los trasladaron a Puerto Belgrano. 
Los 18 heridos graves fueron descendidos en camillas y trasladados al hospital de la Base Naval de Ushuaia. Despues de la atención de emergencia fueron trasladados en el último avión de la noche hacia Puerto Belgrano, para su internación en el Hospital Naval de Puerto Belgrano. 
En ese avión también viajaron el comandante del crucero y el jefe de sanidad del buque. 

Mientras tanto: 

El Buque Polar Bahía Paraíso (B1) continuó el barrido de toda la zona de mar e investigó todo objeto flotante, hasta el día 7 de mayo. 
Las operaciones aéreas siguieron hasta el domingo 9 de mayo. 
Todo fue verificado hasta la saturación, hasta tener la absoluta certeza de la no existencia de tripulantes, vivos o muertos, sobre la superficie de esas aguas.


Participaron en la búsqueda los siguientes aviones navales: 
NEPTUNE 2P111 y 2P112
un BE 200
un Focker F28
y un Electra. 
En el límite de su autonomía, el 2P111 avistó las balsas. 
Participaron en la búsqueda y rescate los siguientes buques de la Armada 
A3 - Aviso ARA Francisco de Gurruchaga. Recogió 365 
B1 - Buque Polar ARA Bahía Paraíso. Recogió 88 
D26 - Destructor ARA Bouchard. Recogió 64 
D29 - Destructor ARA Piedra Buena. Recogió 276 .

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